domingo, 15 de febrero de 2015

Córdoba - Uruguay, Febrero 2011

Allá por el 2011, después de un mínimo cambio de aros y reajustada de tuercas varias, decidimos probar suerte y hacer temporada en Uruguay. Volvimos enamorados del país y su maravillosa gente, con más ganas de pelear el invierno en sus costas solitarias que en el asfalto cordobés, y convencidos de que la furgo era el vehículo ideal para nosotros y el viaje a México que veníamos planeando. Lo que sigue es una pequeña crónica que escribí para el foro citronero del que soy parte y que sirve de fuente inagotable de información que nos ayudó a tener listo el citro.

"Salimos de Córdoba por la 19 con la intención de llegar lo antes posible a Valizas, o sea que no paramos en ningún lado más que a dormir. De todas formas 'lo antes posible' fueron cuatro dias en el citro, íbamos a 80 por hora promedio y parando a cada rato, tomándolo con mucha calma. Hasta que cargamos la furgo y compramos un par de cosas que nos hacían falta para el auto terminamos saliendo cerca del mediodía. Como a las siete de la tarde llegamos a Paraná, nos quedamos en el camping de la Toma Vieja, justo pegado al río. Acá pasó algo raro con el auto, antes de salir de Córdoba le medí el aceite y estaba en el nivel correcto, y al revisarlo de nuevo en Paraná a la mañana siguiente antes de salir estaba como un centimetro por debajo de la marca mínima. Le completé hasta donde debe tener y después no tuve que agregarle ni una gota hasta hoy, 3000 km después... cosas raras de estos bichos.

Al otro día salimos tranquilos para Colón, cruzamos la frontera a la tardecita, me llamó la atención que no me pidieron ni el carnet de conducir ni el seguro. Ya en Paisandú nos enteramos que Uruguay estaba una hora adelantado, así que todos los bancos acababan de cerrar. Un taxista me mandó al Casino, donde te cambian plata las 24 hs. Buen dato.

De Paysandú seguimos hasta Young, donde hicimos noche en una estación de servicio en la ruta. La primera Pilsen, y la primera noche adentro de la furgo. La plataforma de machimbre cumple, si bien no es lo mas cómodo del mundo, es mas práctico que armar la carpa.


Cocina / Comedor
Dormitorio

Al otro día salimos de Young por la tres, pero después de Andresito agarramos un tramo de la ruta vieja, bastante descuidado pero mucho mas interesante. Esta ruta pasa por las Grutas de Palacio, un lugar alucinante y poco conocido. El encargado nos contó que muy poca gente va al lugar y no se le da la promoción oficial que debería, siendo un lugar único en el mundo por sus características. También nos puso al tanto de quienes están atrás de los campos de soja que veníamos viendo desde que cruzamos la frontera, nunca nos imaginamos a Uruguay como un país sojero, pero aparentemente hay condiciones impositivas que hacen que a los grandes sojeros argentinos les convenga plantar allá. Una vergüenza, se tienen que bancar todos los problemas que trae el cultivo de ese yuyo y los beneficios económicos se los llevan los mismos peces gordos que se están forrando acá...






Acá hay mas información y mejores fotos http://grutadelpalacio.blogspot.com/ Los que han ido a Uruguay pasaron al lado seguramente, si tienen la oportunidad de visitarlo no dejen de hacerlo, vale la pena, el lugar es especial y la gente que lo atiende también.

Mas tarde agarramos la interbalnearia, pasando por Montevideo al atardecer. La costanera es preciosa, aunque había tanto viento que las olas mojaban la calle. Llegamos a Atlántida de noche, caímos al camping de los empleados de ancap, lindo pero bastante salado. Al otro día desayuno en la playa y a pasear por la costera, nos metimos en todos lados.


Punta del Este desde Punta Ballenas

La mano, obviamente

Desde el faro de José Ignacio, se alcanza a ver la furgo bien chiquita en la calle

Esa noche llegamos finalmente a Valizas, donde nos quedamos casi un mes y medio. Conseguimos un puesto en la feria y pudimos trabajar tranquilos todos los días. Valizas es increíble, un paraíso hippie del que nos costó horrores salir. Lo usamos de base para recorrer otras playas cercanas, Punta del Diablo, Aguas Dulces, Barra del Chuy, Santa Teresa.

Santa Teresa es un parque nacional enorme, con distintos lugares para acampar, una fortaleza del siglo 16,  varias playas muy lindas, un mini-zoo... Fuimos varias veces a Castillos, mas que nada a comprar material para seguir trabajando, al banco o a cargar nafta, y dos veces al Chuy, en la frontera con Brasil, una ciudad llena de freeshops ideales para aprovisionarse de whisky y chucherías electrónicas a muy buen precio.

Valizas, difícil dejarla... un par de fotos:

La feria en Valizas. Estábamos en el primer puesto.

Punta del Diablo

Brasiiiiiillll... lalalalala lalalá...

Asadazo, Santa Teresa

El Chorro, Santa Teresa

La Fortaleza

El Invernadero








Al camping donde parábamos en Valizas llegaron  unos alemanes grafiteros, y surgió la idea de pintarle algo a la Paca, así que conseguimos un par de aerosoles en Castillos y nos quedamos hasta las 5 de la mañana pintando el auto y tomando unos tintos en la puerta del supermercado, el único lugar con luz semidecente en la calle. Casi no hay luz pública en Valizas, así que el cielo se ve impresionante de noche. Hay una movida que pretende poner alumbrado público impulsada mas que nada por la gente que tiene casas de vacaciones ahí y sólo van dos meses al año, los que viven en Valizas todo el año se oponen ya que les arruinaría el cielo increíble que tienen.

Así quedó la Paca con su nuevo maquillaje:

Los vándalos

Perfil derecho
Después de carnaval no quedó nadie en Valizas, así que con muy pocas ganas decidimos pegar la vuelta. En el regreso paramos de casualidad en un lugar llamado Punta Rubia, justo antes de La Pedrera, y nos encontramos con un paisaje muy raro, le dicen el Valle de la Luna, no quisimos bajar para no demorarnos, pero nos quedamos con las ganas para la próxima.

Valle de la Luna, Pta. Rubia

Valle de la Luna, Pta. Rubia

Valle de la Luna, Pta. Rubia

La Pedrera

La Pedrera


Convivencia, La Pedrera
Llegando a Atlántida nos agarró una tormenta muy fea, así que hicimos noche en una ancap sobre la ruta, tomándonos las últimas Pilsen y viendo las noticias del terremoto de Japón en el tele de la estación de servicio. Nos despertó el frío a las 4 de la mañana, y viendo que el clima seguía espantoso desistimos de hacer feria en Montevideo y le metimos pata a la ruta. Cruzamos por Fray Bentos a la tardecita con la idea de llegar a la medianoche a la casa de unos amigos en Rosario, pero llegando a Gualeguay, al entrar a una estación de servicio, empieza a hacer un ruido espantoso el embrague. Decidimos hacer noche ahí mismo, ya era tarde para tratar de hacer algo. Al otro día lo llamo a Pablo del Club Citronero de Córdoba y me hace un diagnóstico preciso por teléfono, es la crapodina que anda haciéndose la loca. Lo llamo a Iván3cv (amigo del foro) y me dice que me vaya para Victoria tratando de embragarlo lo menos posible. La ruta entre Gualeguay y Victoria es una porquería, está destrozada por los camiones, menos mal que no la hicimos de noche. Por suerte la furgo es gauchita y se bancó todo el trecho en cuarta sin tocarle el embrague hasta que entramos a las cabañas de Iván y Damián Augusto (dos amigazos citroneros). Picamos algo, sacamos unas fotos y decidimos seguir viaje con el auto como estaba, tratando de tocar lo menos posible el embrague, no entrar a Rosario y meterle derecho hasta Córdoba.

El monumento al motoquero cara de nada en San José de Mayo

El burrito cordobés, compañero de emociones



100% FURIA Citronera!
Saliendo de Rosario encaramos la autopista nueva, que es tan nueva que no tiene absolutamente nada de nada, ni estaciones de servicios, ni peajes, na de na. Me entró el julepe de que pasara algo con el auto, antes de cruzar la frontera se nos desprendió un pedazo de cubierta y veníamos con la de auxilio que no es para nada confiable, así que agarramos la vieja ruta nueve. Después de 100 km de pura adrenalina por los pozos y los camiones y circulando a 50 promedio volvimos con la cola entre las patas a la autopista, donde al menos podíamos levantar 80 y no preocuparnos por los cráteres en el asfalto.

Llegamos a Córdoba a la madrugada, cantando canciones de los decadentes a los gritos para combatir el cansancio, y con la crapodina pegando alaridos cada vez que tocaba el embrague. A la semana, y cuando era inminente la bajada de motor para cambiarla, decidió acomodarse y no volvió a quejarse hasta ahora, por lo que estoy empezando a creer que el citro tiene poderes autocurativos.

Fueron casi 3600 km, y sólo tuvimos que cambiar dos foquitos. Todo gracias a la mano inconmensurable que nos dieron Pablo y Hernán del Club Citronero de Córdoba con el motor, que quedó un relojito. Fue una excelente prueba para el Citro, ahora hay que ponerlo en condiciones para poder salir rumbo a México en cuanto el bolsillo lo permita.

Ya falta menos. Un abrazo!"